Es primavera, ¡toca depurarse!

Como todos los años va llegando el fin de los fríos y oscuros días de invierno para dar paso a la revolución de la naturaleza en su más pura expresión de los elementos, viento, agua, fuego y tierra, se mezclan para hacer surgir en su máximo esplendor una nueva generación de vida que palpita en cada rincón, esa maravilla de colores, formas y aromas que se presenta como una mágica explosión que penetra por todos nuestros sentidos…

Esa misma revolución es la que sucede dentro de nuestro organismo, esa que nos hace sufrir las alergias, la llamada astenia primaveral, y otros tantos síntomas propios de la estación que en el mejor de los casos, nos hacen sentir un poco incómodos. Pero no debemos luchar contra las fuerzas de la naturaleza, ya que esto siempre ha sido, es y será algo inútil, un ciclo vital al que estamos condenados y del que no debemos tratar de escapar, únicamente, aceptemos que somos parte del universo y que como tales debemos tratar de vivir en armonía con él.

A lo largo de esta estación trataré de aclarar algunas dudas sobre las patologías más comunes de la época y como prevenirlas/tratarlas, pero éste mi primer artículo quiero dedicarlo a un tema muy especial para mí, algo que descubrí hace muchos años y que desde entonces no he dejado de recomendar a todos mis pacientes, amigos, familiares…me refiero a la “bendita depuración”.

Un poco de historia…

Desde tiempos antiguos, lo que hoy conocemos como depuración se ha practicado en distintas culturas bajo el nombre de ayuno, con unos fines diferentes que van desde la motivación espiritual y religiosa hasta un efectivo método de higiene corporal al servicio de la prevención. Ayunar ha sido una práctica llevada a cabo por muchas civilizaciones y ya en tiempos de la prehistoria se piensa que formaba parte de algunos ritos de fertilidad. También en algunas culturas se ha utilizado como penitencia y en tiempos más modernos como forma de reivindicar distintas causas. Aunque es en la antigua Grecia en la que filósofos como Sócrates, Hipócrates, Platón, Aristóteles y Galeno, entre otros, promovieron los beneficios del ayuno como revitalizante y rejuvenecedor del cuerpo y de la mente.

Los egipcios lo utilizaban como remedio contra la sífilis, los soldados romanos practicaban el ayuno varias veces al año y lo utilizaban para “endurecer” a sus hijos. También el ilustre médico y filósofo Avicena prescribía, ya en la antigüedad, ayunos terapéuticos a sus pacientes para sanar diversas enfermedades…A lo largo de la historia de la humanidad el ayuno ha sido utilizado y recomendado por eminencias de la época que no han pasado por alto sus beneficios y bondades. i

¿Qué es la depuración y en qué consiste?

Depuraciones hay muchas, o más bien muchas formas de hacerlas, pero el objetivo es el mismo, hacer una “parada” en nuestro organismo y darle la oportunidad de eliminar todo aquello que acumulamos diariamente en nuestros conductos, en definitiva, hacer una “limpieza de tuberías” para que nuestra energía se restablezca y “todo vuelva a funcionar correctamente”.

Muchos de nosotros hemos pensado alguna vez que no la necesitábamos. Ese es el primero de los errores más comunes, evidentemente hay muchos niveles de intoxicación, pero todos tenemos toxinas que eliminar, porque la vida diaria nos expone a miles de agentes nocivos para nuestra salud que no pueden ser expulsados en su totalidad por el organismo. Por ello hay distintos tipos de depuraciones y es muy importante saber cuál nos conviene y encaja mejor con nuestro estilo de vida.

¿Cuáles son los indicios de un organismo “intoxicado”?

La mayoría de las personas no reparan en aquellas señales que el cuerpo nos envía o no son capaces de interpretarlas. Un estado de “intoxicación” aguda puede revelarse con problemas intestinales (estreñimiento y/o diarreas crónicas), dolores de cabeza, mal sabor de boca, estado de la piel (apagada, sin vida, con acné anormal…), pero debemos decir que la depuración, si bien es altamente recomendable prácticamente para cualquier persona, ya que ayuda a mejorar en muchas enfermedades crónicas, es también, básicamente, un ejercicio de higiene, un método preventivo y un hábito saludable.

¿Cuándo es el momento adecuado para realizar una depuración?

Existen unas fechas claves en las que es más recomendable realizarla, y es en los cambios de estación, los más ortodoxos señalan que lo ideal es depurarse 20 días antes de que se produzca, además hay dos estaciones en las que particularmente conviene hacerlo, en primavera y en otoño. Y esto no es algo aleatorio pues es en estas fechas en las que normalmente gozamos de un clima más templado y por tanto menos agresivo para estos procesos a los someteremos durante unos días al cuerpo.

¿Cuántas veces debo depurarme?

Siempre es mejor recibir el asesoramiento personal de un naturópata u otro profesional en la materia antes de decidirse a realizar una depuración, si bien en casos normales, sin padecimiento de ninguna enfermedad, y en personas con buena salud física serían suficientes dos veces al año.

¿Cómo se realiza una depuración?

La mecánica general, aunque hay variaciones dependiendo del método que elijamos, es un proceso piramidal, en el que se van retirando de la dieta de forma progresiva los alimentos potencialmente más tóxicos para nuestra salud a la par que se va facilitando el trabajo de digestión, pasando de alimentos más sólidos a finalmente sólo líquidos. En la cúspide de la pirámide encontraríamos el proceso propiamente depurativo que varía según los tipos y que suele estar apoyado por productos naturales que nos ayudarán a evacuar más rápidamente las toxinas. En esta fase es en la que se realiza lo que conocemos como ayuno, cuya duración también dependerá del método elegido. Y finalmente, una vez terminado este, se incorporarían a la dieta, también de forma progresiva, los alimentos que previamente habríamos retirado hasta volver a una alimentación completa, si bien conviene no realizar excesos durante un tiempo. Recordemos que nuestro cuerpo ha realizado un gran esfuerzo y no debemos someterlo a otro mayor con alimentos difíciles de digerir.

¿Cuál es el mejor método para mí?

Esto sí es algo absolutamente personal, será el terapeuta el que determine cuál es la que más le conviene. Hay diferentes tipos que varían en su duración y en la forma en que han de realizarse. Por lo general todas dan buen resultado, pero no todas sirven a cualquier persona. Algunas suponen sacrificios y esfuerzos mayores que no todo organismo está preparado para soportar. No olvidemos que se trata de mejorar nuestra salud, no de dañarla.

Hay que tener en cuenta la complexión física, salud previa, hábitos de vida y el tiempo disponible para hacerla. Lo ideal es tomarse unos días libres, al menos para el momento “cúspide”. Estar tranquilos y no realizar esfuerzos físicos (ya que estaremos más bajos de energía). Si no es posible, conviene hacer coincidir el ayuno con un fin de semana y procurar elegir un método más rápido aunque no por ello menos efectivo. Sin embargo la experiencia de estos años, me ha hecho elegir para recomendar a mis pacientes una dieta mas prolongada pero más suave y fácil de llevar para casi todas las personas de la que os hablaré en el próximo artículo.

Por último, debemos entender que las depuraciones son una forma de prevenir múltiples enfermedades, pero también una manera de sentir lo que pasa en nuestro cuerpo, de escucharnos y tomarnos un tiempo para restablecer la armonía que perdemos con el estrés diario.

Natalia Gil Vela, naturópata, osteópata y acupuntora.